jueves, 8 de septiembre de 2011
¡AY QUE ME PIERDE LA BOCA!
Entre los monologuistas virtuosos del humor caústico más mediáticos de esta temporada podríamos mencionar a muchos personajes políticos. A mí, personalmente, me harían más gracia si su descarada zafiedad no fuera una de las causas que nos están llevando a la ruina.
Pero hay que reconocer que hace falta bemoles para salir publicamente soltando paridas como puños sin que se te menee el flequillo. ¡Con la que nos está cayendo!. Como soy de la opinión de que ni en la guerra ni en el amor vale todo, de la misma manera creo que no todo vale en la política.
Y especular con la promesa de crear 3,5 millones de empleos de la nada, al más puro estilo de la multiplicación de los panes y peces evangélicos, es una estrategia cruel que solo tiene por objeto conseguir votos.
Es cierto que desde su propio partido han hecho desdecirse al señor Pons a cogotazos, asesorándole para que cambiara el sustantivo promesa por el de deseo. Es una actitud sensata, los populares saben por experiencia que estos brindis al sol acaban pagándose tarde o temprano.
En este caso sería muy pronto puesto que todavía permanecen incorpóreas las medidas concretas que piensan adoptar para combatir el desempleo. Son una cuestión de fé. Vótalos y destaparán la poción de los milagros.
Como yo soy más atea que dios, intento quedarme al menos con sus buenas voluntades. Los del PP "desean" crear 3,5 millones de trabajos. Loable propósito.
Casi comparable al mío de acabar con el hambre y las guerras en el mundo. Pero al igual que yo, no tienen ni repajolera idea de cuál es la fórmula magistral para conseguir hacerlo.
La diferencia es que a mí nunca se me ocurriría prometer a nadie que voy a lograr realizar mis deseos. Eso sería jugar sucio. Lo más que me atrevería es a recabar opiniones para intentarlo entre todos.
Pero a los señores como Pons, que sufren de una personalidad bipolar que se debate entre el histrionismo y el mal de "boca chancla", siempre les pierde un micrófono. Y sueltan alegatos mesiánicos sin meditar que su comportamiento se puede calificar, en estos momentos, de bastante antipatriótico.
¡Ay que ver! Al final va a resultar que soy mejor patriota que todos estos derechones recalcitrantes. Cosas veredes...
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