miércoles, 7 de septiembre de 2011
CÓMO ANIQUILAR EL FUTURO DE UN PAÍS
Bertrand Russell explicaba que los educadores, más que cualquier otra clase de profesionales, son los guardianes de la civilización. Modestamente, yo añadiría más: El deber de cualquier sociedad que se precie de ser civilizada es salvaguardar la educación de todos sus ciudadanos, especialmente en su infancia.
¿Imaginan el número de talentos que se pueden malograr por carecer de una instrucción de calidad? ¿Cuántos científicos, artistas o inventores estamos dispuestos a sacrificar en nombre de los recortes económicos? ¿Es una medida patriótica o sensata renunciar al desarrollo intelectual de quienes podrían, en un plazo medio, crear la cura definitiva contra el cáncer o resolver los problemas energéticos del planeta?
El ataque que nuestra enseñanza está padeciendo escudada en la política de austeridad es el medio más eficaz para aniquilar las posibilidades de futuro en un país. Necesitamos una enseñanza pública y gratuita de calidad. Los maestros de nuestros hijos, están siendo vilipendiados. Maltratados para justificar el saqueo del mayor patrimonio de este pueblo: la formación de las próximas generaciones. Resulta tristemente vergonzoso contemplar como los dos pilares más importantes para el desarrollo de cualquier sociedad, sanidad y educación, se desmantelan con el argumento de una crisis económica mientras las grandes fortunas, multinacionales y bancos evaden impunemente sus obligaciones tributarias y siguen fortaleciéndose pese, o gracias, a la recesión.
Dudo mucho que personajes como don Emilio Botín, que esconde de la Hacienda Pública su fortuna familiar en bancos suizos, contribuya al porvenir de este estado.
Sin embargo, muchos genios potenciales de familias humildes se perderán en el sumidero de una educación precaria.
¿Somos tan estúpidos que no vamos a defender la más valiosa de nuestras inversiones? Si la burricie, la desidia o la cobardía nos impiden luchar contra la agresión hacia nuestro sistema educativo, será porque merecemos el detrito de futuro que nos están diseñando. Será porque no merecemos tener ningún tipo de futuro.
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