SOMOS EL SALOU DE LAS PLAGAS?

De siempre se ha dicho que vivir en Zaragoza es duro: el clima extremo que tiene nuestra querida urbe es la mejor preparación tanto si te quieres ir a alguna base de exploración antártica como si pretendes emular las peripécias desérticas de Moises y el pueblo judío. A esto hay que sumar la presencia  durante todo el año de nuestro  Cierzo -o vientecico de los cojones- que te da esa sensación de haberte dejado un gran ventanal abierto en alguna parte de la ciudad y que crea una corriente que es capaz de hacer oscilar las señales de tráfico, y de jugar a corretear con los pocos contenedores que no están anclados al suelo. Por si esto fuera poco, dependiendo de como sople el aire, las industrias papeleras situadas al sur de la ciudad nos perfuman la pituitaria con ese olorcico tan sabrosón a detritus y disolvente que se ha convertido ya en parte identitaria de barrios como el Barrio de Jesus, Zalfonada o Picarral. Vamos, que porque he nacido en ella y para mi es la mejor, pero... jodo... hay que echarle ganas para vivir aqui... 

En los últimos años han aparecido una serie de plagas que se suman a esta lista de motivos para mandar a Zaragoza a cascarla. Primero fue, hace años, el Cangrejo Americano (no podía ser de otro sitio) el que copó nuestras riberas dada su privilegiada posición en la cadena trófica. Luego llegó el Terrible Mejillón Cebra, que de no ser porque destrozaba las cañerías y alcantarillados de los embalses, ni nos hubieramos enterado de su existencia. Mas tarde, empezaron a venir a veranear desde Mequinenza los Siluros del Michigan - como decían los Ixo Rai - que saltaron a la fama por un video de Youtube donde se veia a uno atacando a una paloma. Después las cotorras convirtieron a la Arboleda del Macanaz en el parque mas tropical y ruidoso de Europa. En los dos últimos años un Mosquito Tigre, que hace bastante honor a su nombre, porque como te pille te destroza, ha plagado de huevos y avones las riberas. Y para rematar este año tenemos una Mosca Negra, que negros nos tiene a nosotros con sus mordeduras.
 
La presencia de todas estas especies invasoras en torno al mismo lugar, el Río Ebro, me plantea una serie de preguntas: por qué Zaragoza? Por qué el Ebro? Estaremos haciendo algo mal? Cueces o enriqueces? Porque está claro que en el ranking de turismo estaremos jodidos, pero si hubiera uno de destinos preferidos por las plagas, Zaragoza se llevaría todos los premios, y eso sin contar a los capillitas que vienen a ver El Pilar, los militares que pululan por San Gregorio, los Skins que celebran conciertos y fiestas con asistetes de toda Europa, los "tuneros" de las quedadas de la Maxima FM, o los ultras borregos del futbol.

Parece ser que tenemos el único río de toda España que concentra un número tan alto de especies invasoras en su cauce. Por qué? No se supone que llevan desde antes de la Expo limpiando y acondicionando las riberas para que esto no ocurra? Como es posible entonces que cada año tengamos un nuevo visitante inesperado dispuesto a darnos el verano? Ya puestos, y en vista de que estamos de moda, por qué no lanzamos una campaña para atraer a este nuevo sector de negocio? Construyamos desmesuradamente adosados en primera linea de río para los cangrejos americanos, que sus buenos dólares llevarán en las pinzas. Hagamos un aeropuerto en el Actur para que las cotorras puedan venir a veranear a Zaragoza con toda la familia transformando el azud en Cotorra d'Or. Y, por supuesto, que no falten los paquetes turísticos "Todo incluido" para las moscas y mosquitos, en los que con una pulserita de colores tengan barra libre para acribillarnos a bocaos mientras nos paseamos por las riberas.

Yo dejo caer la idea, pero con miedo, porque con lo corticos que son nuestros políticos, igual alguno se lo toma en serio y mañana sale en el Heraldo diciendo que el futuro de Zaragoza no es el turismo de congresos, sino el de ratas radioactivas, que yo creo que es lo único que nos falta.

En fin... aqui me quedo rasca que te rasca, que la mosca me ha puesto este fin de semana bonico.

Incordio ergo Sum