lunes, 13 de junio de 2011

UN PAÍS DE ILUSOS, SOÑADORES Y CORRUPTOS

Foto: Primo Romero

MARIBEL MARTÍNEZ

No se puede negar que este país nuestro es peculiar donde los haya. Tras unas elecciones locales y autonómicas que han dejado los pueblos y ciudades de España patas arriba por mor de cambios del partido gobernante, pactos y acuerdos espúreos para colocar a aquella formación que más interesa en detrimento de quienes ganaron por goleada y políticos corruptos llevados en volandas nuevamente a la presidencia de ayuntamientos y comunidades, ahora empezamos un nuevo curso político que sin duda va a ser de todo menos tranquilo.

Aquel mantra de que, una vez hecho el escrutinio electoral, se presuponía que el grupo que más votos sacase sería quien gobernaría, salta por los aires en favor de acuerdos más o menos indigeribles para los votantes que pusieron sus ilusiones en un partido, el suyo, y ahora ven como ese mismo partido pacta con aquel otro que se encuentra en el otro extremo del arco político y al que durante las elecciones juraron que no le darían ni agua.

En todas las Comunidades se producen ejemplos de estos pactos espúreos que permiten que partidos como IU o el PSOE se alíen con la derecha más recalcitrante para fastidiar a quien por convicciones debería ser su aliado. O que esa misma derecha, para conseguir una alcaldía, deje de lado sus escrúpulos y miedos sobre esos partidos nacionalistas, da igual que sean de derechas o de izquierdas, que van a desmembrar la sacrosanta patria, -con BILDU hemos topado-.

Hoy lunes empezamos un nuevo curso político. Un curso que se parece más al “camarote de los hermanos Marx”, a un revoltillo de siglas sin aparente ligazón política que a unos ayuntamientos al servicio de los ciudadanos. Queda claro que la defensa de los intereses de los ciudadanos y de la ciudad en sí se relega en muchos casos al olvido o en la mejor de las opciones al último lugar de los propósitos a cumplir.

Zaragoza se presenta como un caso ejemplificador: El PSOE se ha llevado un sonoro batacazo, viéndose obligado para gobernar a pactos puntuales con CHA e IU. Partidos que no han querido formar un gobierno tripartito por miedo a ser arrastrados por la amenazadora deriva que los socialistas arrastran en esta legislatura. Así, tras su apoyo de investidura, el Alcalde Belloch deberá gobernar la ciudad con las manos atadas a la espalda y siempre pendiente de que aquellos que deberían ser sus aliados naturales, le permitan aprobar las cuentas, tomar decisiones y sacar a la ciudad del Ebro del agujero económico en el que se encuentra sumida.

Ya nos anunció Belloch durante su discurso de investidura que esta dispuesto a todo con tal de permanecer en el puesto. Renuncia, como converso de nuevo cuño, a todos aquellos proyectos estrella que eran la razón de ser de su gobierno; amenaza con vender todo lo vendible para recaudar fondos, -entre ellos el Palacio de Fuenclara-, y nos avisa que la subida de impuestos es inminente y que nos va a dejar, una vez más, los bolsillos temblando. El panorama es preocupante, las deudas son millonarias, se habla de un agujero de más de 748 millones de euros, el nuestro es el cuarto más endeudado de España.

Los partidos que facilitaron su investidura le exigen medidas radicales y sobre todo de rápida ejecución. Hay que pagar a proveedores ya, son muchos los empresarios que han tenido que cerrar sus negocios por no cobrar lo que se le debe desde el Ayuntamiento. Algo similar les ocurre a aquellas organizaciones sociales o de cooperación que tienen pendientes desde hace muchos meses las prometidas y aprobadas partidas vitales para poder seguir funcionando y prestando un importantisimo servicio a los más desfavorecidos. Pero también le exigen una política de izquierdas, con una amplia participación ciudadana, en la que los proyectos a realizar beneficien a esta ciudad y a sus ciudadanos.

Difícil será que un alcalde que durante años ha gobernado a golpe de talonario y con una visión de la ciudad cada vez más esquizofrénica y alejada de criterios de sostenibilidad, empiece ahora a trabajar por la rehabilitación del parque de viviendas de la ciudad consolidada, olvidándose de las recalificaciones o de proyectos como el nuevo campo de fútbol.

Sería injusto no darle al señor Belloch el beneficio de la duda, no dejarle trabajar. Estaremos expectantes a lo que pueda hacer en los próximos meses, esperamos que cumpla sus promesas, las que hizo a los partidos que le permiten gobernar la ciudad y todas aquellas que los zaragozanos escuchamos durante la campaña electoral. De no cumplirlas creo que va a tener una legislatura muy difícil, ya que la ciudadanía esta muy harta, más que indignada, -así se lo demostró durante la constitución del nuevo Ayuntamiento- y poco dispuesta a permitirle a nuestro alcalde nuevas “florituras” económicas, políticas y sociales.






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