jueves, 3 de noviembre de 2011
MORIR DE PIE
Siempre existen opciones ante las decisiones más importantes de la vida. A veces, como en el caso griego, la elección es solo una cuestión de formas. Parece ser que, con referéndum o sin él, Grecia espera en el corredor de la muerte que las autoridades financieras determinen la fecha de su ejecución. La suerte está echada. Ahora les toca a los griegos. Mañana podemos ser nosotros las víctimas del dragón que protege el dorado vellocino. Es evidente que todos somos sus cautivos. Creyentes de una diosa menor denominada Democracia que ha resultado ser más pagana que las caras de Belmez. Una ilusión. Un espejismo que se desvanece cuando el poder económico saca a pasear a sus rottweiler.
La posibilidad de que los griegos escojan subirse al anunciado cadalso a su manera ha desatado la furia de los amos. Morir de pie, reclamando la soberanía popular, asumiendo las consecuencias de sus horribles augurios, puede que sea un final tan trágico como el que les (nos) espera flexionando las rodillas. Pero no me negarán que es un final mucho más digno.
Más propio de los que aspiramos a sentirnos hombres y mujeres libres. De aquellos que aún pensamos que es fundamental respetar las buenas formas.
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