viernes, 28 de octubre de 2011
LOS OBISPOS APÓCRIFOS
La Conferencia Episcopal se ha expresado sobre la dirección que debe tomar el voto de los católicos. Según dicen, los buenos cristianos nunca deberían elegir a los partidos que no defienden la vida, facilitan el divorcio o permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo.
A pesar de que no existe duda alguna de que su intención es conducir las conciencias de los ciudadanos a votar a la derecha representada por el Partido Popular, si analizamos meticulosamente sus razonamientos "morales" nos enfrentamos a los apócrifos argumentos que usan los Obispos. Como decía Jack el destripador, vayamos por partes: Cuando se refieren a la defensa de la vida señalan la anticoncepción, el aborto o la muerte digna como los mayores enemigos de la misma. Sin embargo cierran los ojos a la miseria que supone engendrar criaturas en un planeta hiperpoblado para condenarlas a la vida sí, pero a una vida indigna. De la misma forma, pretenden abocarnos a una muerte agónica que nos conduzca a golpes de estertores hasta el cielo de los martires cristianos.
Obvian deliberadamente que, durante el anterior gobierno pepero, el número de abortos fue superior al de la etapa socialista. También sufren amnesia sobre el número de divorcios o anulaciones matrimoniales (el divorcio de los pudientes católicos) que asola a las filas populares. Y condenan las uniones homosexuales definiéndolas contra-natura porque entienden que lo natural es camuflar la homosexualidad casándose, como dios manda, con alguien del otro sexo. Aunque eso signifique engañar a tu pareja, a la sociedad y a tu propio instinto con una tapadera hipócrita de respetable apariencia.
Apócrifo, en el sentido literal de la palabra, significa fingido o fabulado. Como fabulado es el amor que preconizan los mitrados para dirigir el voto de los creyentes. Si en vez de posicionarse del lado de los banqueros y poderosos, como tienen uso y costumbre, lo hicieran del lado del corazón de los que sufren los veríamos impidiendo los desahucios, manifestándose contra la tiranía financiera que destruye el trabajo y la vida, la vida digna, de la gente. Renunciando a las subvenciones que reciben del Estado para paliar los padeceres de los pobres. Reclamando una sociedad más justa y libre, hasta para poder pecar y equivocarse. Pero resulta evidente que, la Conferencia Episcopal y yo, no nos hemos leido los mismos evangelios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario