Pocos de nosotros nos hemos salvado del ataque indiscriminado de ese “amigo del alma” que un día y sin previo aviso se presenta en nuestra casa dispuesto a pasar unos días a nuestra costa. Los que hemos padecido semejante visita sabemos el día de su llegada, pero no el de su regreso a casa, regreso que con el paso de los días y ante la poca predisposición de nuestro amigo a que se produzca, llega a constituir la mayor de nuestras inquietudes y desvelos.
- No a la visita de Benedicto XVI
- Autor: José Luis Cortés
Dentro de unos días, un “amigo indeseado” aterrizará en tierras españolas. Benedicto XVI visitará España entre el 18 y el 21 de agosto con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Un evento promovido por una determinada confesión religiosa, la católica, pero que, a la postre y sin que se tenga en cuenta la confesionalidad del resto de los españoles, pagaremos entre todos.
Marean las cifran que se barajan ante la visita del papa Benedicto XVI. La Jornada Mundial de la Juventud costará a las arcas españolas más de 50 millones de euros. ¿Imaginan la que se podría organizar si el mayor representante en la tierra de cualquiera otra confesión religiosa requiriera semejante dispendio durante su visita en España? Muchas serían las voces que se levantarían desde los medios de la derecha para denunciar semejante derroche. En cambio, la visita de «ese señor de largas faldas» concita en la derecha más recalcitrante todo tipo de halagos, laudos y enfervorizados llamamientos para dar lustre y fervor a la visita.
A este país de pandereta viajará el papa en agosto. Curiosamente, recalará en la comunidad de Madrid, regida por el PP y lugar, como otros muchos de la geografía española adonde ya ha viajado, regido por gobiernos municipales y autonómicos plagado de imputados. Llegará a un estado en el que la crisis se ha hecho fuerte, con una tasa de paro de alrededor del 20% y que, curiosamente, se declara “aconfesional”. Nuestros mandatarios se disponen a recibir a tan egregio personaje en medio de un despliegue del Ministerio del Interior en el que serán movilizados 4.952 agentes de la Policía Nacional, 1.853 de ellos en prácticas. Todo para garantizar, ¿de quién?, la seguridad del papa durante su visita pastoral a España. Sólo este dispositivo policial costará 1,7 millones de euros, según datos aportados por la Comisaría General de Seguridad Ciudadana. A ellos deberemos añadir los 1.200 guardias civiles, -mayoritariamente de la agrupación de Tráfico- y las tres unidades de la Policía Municipal de Madrid, que ya han recibido la orden de no tomar vacaciones en esas fechas.
¿QUIÉN CORRERÁ CON LOS GASTOS?
Desde la organización se nos dice que la visita del «amigo gorrón» no nos va a costar ni un euro, pues prevén sufragar dos tercios de los gastos con lo que cobren a los “peregrinos” que acudan a los fastos. El otro tercio y dado que se trata de un visitante moderno, correrá a cargo de los patrocinadores. Claro que en estas cuentas de la lechera, no incluyen posibles desfases con los visitantes previstos, como ya sucedió en Barcelona, ni que para acoger a estos será necesario habilitar 500 instalaciones públicas, en las que, en palabras de la organización, pernoctarán los peregrinos. Se trata de colegios, institutos, polideportivos y albergues de la Comunidad de Madrid, cuyos gastos en agua y luz pagarán los Ayuntamientos y el Gobierno autonómico.
Tampoco incluyen en el apartado de gastos los abonos para desplazamientos -que se dice serán sufragados por los patrocinadores- o la cesión para los actos centrales del aeródromo de Cuatro Vientos. Por llamativa y escandalosa atrae nuestra atención la posibilidad, aún sin confirmar, de que el Palacio de Cibeles se ceda gratuitamente como vestidor de los sacerdotes que concelebrarán la misa de acogida de peregrinos. ¿Para cuándo un mismo trato a los organizadores del desfile del Orgullo Gay que atraen a Madrid cada año a más de un millón de personas y dejan pingües beneficios a hosteleros y comerciantes?
Una locura de gastos, un insultante derroche a costa de nuestros bolsillos, todo para recibir a un personaje que no representa sino a una pequeña parte de los ciudadanos de este país. Un nefasto personaje que, en palabras de una de las muchas organizaciones contrarias a su desembarco en España, es calificado de «personaje homófobo de pasado más que oscuro que pretende negarnos el derecho a decidir ante un embarazo no deseado o una enfermedad incurable en fase terminal».
VOCES CRÍTICAS DESDE EL SENO DE LA IGLESIA ESPAÑOLA
Ante esta visita han surgido voces críticas, no solo de colectivos aconfesionales: incluso dentro de la Iglesia Católica española se escuchan estos días las voces indignadas de sacerdotes y religiosos que trabajan con los más necesitados en barrios y parroquias. El Foro de Curas de Madrid ha difundido un documento titulado «Los mecenas de Rouco», en el que se denuncia a las empresas que se encuentran tras la fundación Madrid Vivo, patrocinadora de la Jornada Mundial de la Juventud 2011. Algunas de ellas son en gran medida causantes de la crisis actual, presentándose ante la opinión pública como feroces lobos transmutados en inocentes corderillos.
¡Yo no te espero! es el grito de guerra de estas organizaciones, para a continuación explicar que Benedicto XVI no es bienvenido a España. Por ello le piden que no venga a España, no se le espera. Ni se le quiere, ni se le necesita, y mucho menos se tiene que pagar su visita con los impuestos de todos.
Post publicado en Diagonal Aragón
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