domingo, 10 de junio de 2012

CUANDO EL FUTBOL OCULTA LA PODREDUMBRE DE UN CONTINENTE


Sentada ante el ordenador me siento impotente ante las noticias que van llegando. Mientras abajo, en la calle, la gente sigue como si no pasara nada. Sentados en sus sofás o a las puertas de los bares beben sus cervezas, ríen y chillan indiferentes a lo que sucede. ¿Que harán cuando se den cuenta de lo que pasa?. Tomaran la calle, harán barricadas, se manifestaran con los mismos gritos que lanzan ahora entre risotadas mientras asisten a la ceremonia de 22 individuos golpeando una pelota y dándose estopa?

No moverán un dedo. Están anestesiados, viven en sus mundos de eurocopas de fútbol, tías y tíos buenas, coches, y algún que otro achuchón. Nada parece inquietarles, nada les hace mirar a su alrededor, comprender el sufrimiento de muchas familias, vecinos e incluso amigos. Ellos siguen ahí, riendo, fumando, gritando y sintiendo que por ahora, la cosa como no les roza, no tiene importancia.

¡Que se joda el que ha tenido la mala suerte de perder casa, trabajo o incluso la dignidad!, se dicen para sus adentros. Y mientras ríen y chillan como conejos asustados o borregos sin conciencia, recitan ese mantra que desde hace ya años les acompaña: "mientras yo siga como siempre y mientras la tormenta no me roce, que sean los otros los que se jodan". 



Hoy me duele un poco más si cabe el corazón, hoy estoy de luto por mis amigos sin papeles, por los parados, por los emigrantes, por los jóvenes sin futuro, por los abuelos, por los trabajadores y por mi misma. Siento que ese mundo por el que durante tantos años luche, luchamos, se desmorona. Las libertades, los derechos, el concepto de una sociedad humana, solidaria, democrática nos lo arrancan a golpe de recortes en derechos y  libertades. Quieren callarnos, quieren acojonarnos, quieren convertirnos en mansos esclavos, serviles y mudos dispuestos a todo por un mendrugo de pan y un lugar donde refugiarnos. Lo quieren todo estos cuervos, estas aves del mal agüero que desde hace ya mucho tiempo sobrevuelan nuestras cabezas dispuestas a arrancarnos los ojos y con ellos nuestra conciencia.

 Pero que no piensen esos malnacidos que me voy a conformar, seguiré luchando, seguiré gritando, seguiré saliendo a la calle. No voy a permitirles que destruyan mi mundo, mi sociedad y a toda la gente a la que quiero.

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