domingo, 4 de septiembre de 2011

SALID DE LOS VIVIENTES ATAUDES



Hay una sensación de derrota que agarra entre la gente soñadora en estos días. La esperanza parece haberse diluido por la fuerza de la codicia, de la injusta distribución de la riqueza, de las diligentes porras de los policías.



Cuando miro a los ojos de mis compañeros, esos que comparten conmigo la abrasadora sed de un mundo más humano, detecto una tristeza lánguida de perro apaleado que espera catatónico el deinitivo golpe que acabe con su vida.



Todo nos amenaza. El presente indignado que no encuentra salida. El futuro preñado de atropellos que se nos vaticina desde las ágoras de los mercaderes y sus polichinelas bipartidistas.



Este 20 de noviembre aparece señalado en nuestros calendarios con los negros crespones del fracaso de la izquierda. Como si fuera inevitable. Como una muerte anunciada que, a mi entender, es un suicidio colectivo por incomparecencia.



Equo rechaza la coalición roi-verde que le ofrece Izquierda Unida. Se me ocurren dos preguntas:



¿Existen matices tan irreconciliables que impidan la alianza? ¿ No sería más inteligente reunir las fuerzas de la izquierda en un frente común que construya barricadas al avance ultraliberal de la derecha?



Con frecuencia, releo los versos de Miguel Hernández para oxigenarme corazón y cerebro.



En su Juramento de la Alegría he encontrado la clave para descerrajar los vivientes ataudes en los que nos hemos confinado prematuramente.



"Salí del llanto,



me encontré en España,



en una plaza de hombres de fuego imperativo.



Supe que la tristeza corrompe, enturbia, daña...



Me alegré seriamente lo mismo que el olivo."



Reunamos ese fuego que ha brotado en nuestras plazas. Sería un grave error perdernos en las diferencias desestimando la pétrea unidad de ese enemigo que pretende arrebatarnos la alegría.



Nosotros somos más. ünicamente debemos aprender a permanecer unidos.






Ana Cuevas

1 comentario:

  1. Me gusta cuando te pones poética, aunque estes como cabreada. Será porque ya no aguantas tanta podredumbre. Me gusta cuando gritas, aunque tus gritos sean denuncias. Me gusta cuando escribes y vuelcas en los papeles tus ganas de cambiar este mundo.
    Me gustas Anita, ¿que quieres que diga si es asi?

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