Esta
derecha insufrible que nos gobierna se caracteriza por su talante
chulesco, barriobajero y tabernario. Cabría suponer que viniendo
como vienen de la escuela privada, -elitista y pagada con
fondos del erario público-, nos encontraríamos ante ciudadanos
tremendamente educados, no solo gracias a su paso por las aulas, sino
además adornados con un poso de educado talante, formas suaves y un
saber estar que dejaría desarmado al más grosero de los
contrincantes.
Nada
más lejos de la realidad. Solo hace falta escucharles, ver sus
barriobajeros desprecios, sus bravuconadas, su constante tono
despectivo contra quienes disienten y sobre todo la actitud chulesca,
evocadora de su pasado fascista y de su presente neocon.
Y
es que a esta gente se le calienta enseguida la boca. Y más que en
el gobierno parece que aún anden en la oposición. Una fauna formada
por hombres y mujeres acostumbrados al ordeno y mando, al “aquí se
hace lo que yo digo” y por supuesto con una predisposición al
insulto, al “y tú más” y el cabreo permanente.
Abochorna
asistir a los debates en los que toman la palabra ministros,
diputados o políticos populares . Da igual si es en el Congreso, la
Comunidad autónoma de turno o en los ayuntamientos de nuestras
ciudades. Haciendo honor a don Manuel, la tribuna es suya. Y la usan
para el insulto, la descalificación y la chulería más verdulera.
De
esa guisa quedó tras su primera intervención en el Congreso,
Alberto Garzón, el joven y neófito diputado de la Izquierda Plural.
Persona mesurada, acostumbrada al diálogo, no ha dejado desde
entonces de denunciar el comportamiento cafre, más propio de
hooligans, de los diputados y diputadas de los bancos de la derecha
durante cada una de las intervenciones de los miembros de su grupo
parlamentario.
Andan
sobraos y no solo en la
arena política estos chicos del PP y con ellos los gerifaltes
de los poderes judiciales que agradecen sus poltronas no permitiendo
que una caterva de políticos facinerosos se sienten en el banquillo.
Como les gusta a esos magistrados del Poder Judicial afines a la
derecha, dejar bien clarito quienes son los que mandan. Que no quepa
duda, son ellos, solo ellos deciden a quien se juzga y a quien se
pone en libertad. La terrible paradoja es que a la cárcel solo van
los pobres, los ladrones y chorizos de poca monta, los que no se
pueden pagar un buen abogado. A los amiguetes, ni tocarlos.
¿Como
juzgar a quien les da de comer?. ¿Como sentar en el banquillo al
presidente del Santander, a Rodrigo Rato o a los numerosos
presidentes y consejeros de cajas y bancos llevados a la ruina tras
planificadas maniobras destinadas a engordar sus bolsillos? Y si se
trata de juzgar al presidente del CGPJ, Carlos Dívar, denunciado
por uno de los vocales del mismo Consejo de pagar con fondos públicos
sus fines de semana marbellíes, nada mejor que matar al mensajero.
Nadie dimite, nadie asume responsabilidades políticas y menos
penales, ni en el Poder Judicial, ni en Bankia, ni en cualquiera de
las innumerables cajas y bancos arruinados por sus propios
directivos.
¿Quien
querría ser el osado que condenara a tantos y tantos políticos
mafiosos, rufianes de guante blanco, traje de a más de 3.000 euros y
bolsos que cuestan tanto como el salario de varias familias? Pobres e
incomprendidos próceres, nadie les comprende y ante acusaciones de
mangoneo, rapiña y choriceo contraatacan con desplantes, amenazas y
poses chulesca del tono de las que suele soltar Carlos Fabra,
presidente de la Diputación de Castellón, uno de esos prohombres
que tanto abundan en la derecha.
Se
les acusa de que durante años han esquilmado Comunidades autónomas,
casualmente del PP, a base de mayúsculos eventos, visitas papales,
grandes premios de Formula 1, Copas de América, aeropuertos y
grandes obras sin más sentido que el de hacerles creerse que eran
los prohombres de este país. Nadie comprende su gran labor, sus
desvelos, su empeño en llenar las arcas del partido y de paso las
suyas.
Tantos
son que ya podemos reunirlos en una gran galería de “personajes
ilustres”, a mayor gloria de todos ellos. Allí estarán Rato, y
todos los presidentes y consejeros del denostado ramo bancario. Los
Fabra, Camps, Barberá, Aguirre, Cospedal, Gallardon, Wert, León de
la Riva y todos los corifeos del partido. Y para que no se sientan
discriminados también pondremos, -habrá que hacerles sitio- a los
representantes de esa iglesia preconciliar que encabeza el homófobo
obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla. ¡Qué gran grupo!, cuanta
sabiduría atesoran, cuanto trabajo desplegado que sin embargo esa panda de
izquierdosos se empeña en no reconocer.
Qué
ingrato es su trabajo, pese a todo, parece que al menos para ellos,
bien vale el esfuerzo de dedicarse a la política y los negocios en
este país.
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