domingo, 12 de febrero de 2012

¡A LA PUTA CALLE.....!

Desde que el viernes se conoció el texto de la reforma laboral aprobado por el Consejo de Ministros, esta es la frase que más he escuchado entre la gente de mi entorno. ¡A la puta calle...!, allí es a donde nos lleva esta reforma laboral. Desnudos, desarbolados, si derechos, sin trabajo y  amordazados, así estaremos a poco que sigamos sin dar un golpe sobre la mesa y salgamos a defender lo que ya deberíamos haber defendido a sangre y fuego hace mucho tiempo.

¡A la puta calle...!, ahí iremos a parar los sufridos trabajadores tras la enésima reforma laboral. Esta última particularmente agresiva con los ciudadanos, se nos han meado encima.  A los trabajadores nos han despojado de un plumazo, o tal vez debería de decir de “un cartazo”, por venir de quienes viene y bajo que medio, de los pocos derechos laborales que aún se mantenían del anterior gobierno socialista.

Un trabajo al que debemos reconocer que Zapatero se dedicó con ahínco, allanando el camino para lo que después Mariano Rajoy en nombre de los mercados y de esos siniestros grupos que manejan los hilos de la economía y la política en Europa o tal vez incluso en el mundo, han decidido hacer con nuestro país.

Este viernes ha sido un día funesto y negro, un día que no deberemos olvidar, un día para la ignominia en el que por fin hemos conocido de la aviesa y amenazadora reforma laboral que se nos venía anunciando como calculada maniobra para reducir los últimos bastiones, maniatarnos, amordazarnos y dejarnos prestos para el mayor de los sacrificios en aras de un bien económico  superior para patronos, bancos y la más rancia de las derechas.
¡Es el neoliberalismo puro y duro, idiotas! nos han dicho y nosotros pasmados, asustados y confusos aun no hemos reaccionado.

Desde el viernes, este país pasa a formar parte, por si había alguna duda, de la lista de los intervenidos. Ya formamos parte de esa lista de países ruinosos, cadavéricos, en los que los derechos laborales son pura entelequia.
Triste ranking el nuestro, formamos parte del impúdico grupo de países a los que sus gobiernos han condenado a la ruina más total y absoluta. Los trabajadores españoles han quedado desnudos y desamparado ante un poder patronal en alza y pujante. Ni los sindicatos con sus eternas negociaciones con la patronal, ni los trabajadores acojonados por el porvenir, hemos sido capaces de  unirnos en “una marea negra” que cual tsumani se llevara por delante tanta desvergüenza y tanto mamoneo de la patronal y de los sucesivos gobiernos.

La ración de ricino del viernes tardaremos años en digerirla, la purga ha sido enorme. Las consecuencias están ahí, a la vuelta de la esquina: más paro, salarios míseros, desregulación, nula negociación sindical, aumento de las horas de trabajo, despidos con indemnizaciones de 20 días por año trabajado hasta un total de doce. Paso a las ETTs para que sean las que provean de trabajadores a las empresas con la consiguiente desaparición de los INEMs y lo que es verdaderamente preocupante, se deja en manos de los patronos el destino de los trabajadores, quienes sin derecho a negociación, ni a huelga, pasaremos a ser los esclavos del siglo XXI.

Y todo gracias no solo al PP sino al PSOE quien durante los cuatro últimos años ha hecho el más deleznable de los trabajos, el de la derecha más radical y bastarda que cabía esperar. Una política la del PP que tiene cara y nombre, la de los ministros de economía, trabajo, empleo, justicia, interior y vicepresidencia. Y también rostro, especialmente el dos mujeres, la vicepresidenta Saez de Santamaria y la ministra de empleo Fátima Báñez, quienes sin despeinarse esos mega guays tupes con los que se adornan, han adoptado el papel de “machos alfas de la manada”, utilizando los modos, recursos y usos más machistas de sus compañeros de partido. Cuarenta años de lucha por los derechos de la mujer, por el reconocimiento de nuestro papel en la sociedad, tirados por la borda, en aras de demostrar que a la hora de gobernar, las mujeres para que sean reconocidas, deben ser más odiosas que sus compañeros.

Si después todo esto la izquierda de este país no es capaz, por fin, de salir a la calle, hacer tambalear a este gobierno, sino damos una señal de fuerza, tendrá sentido la frase: ¡Es el neoliberalismo puro y duro, idiotas!

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